0

montaña territoriojpeg
grito de voluntadjpeg

UN GRITO DE VOLUNTAD

 

 

La frontera no se agota en el territorio, engloba y puede ser utilizada para cualquier espacio físico o psíquico sobre el cual se puedan puntualizar problemas de límites. La literatura también crea geografías y fronteras, aquello que Mike Crang llama “paisajes literarios” (Crang, 1998:9), espacios cargados de simbolismos ficticios, históricos o reales que apela a una estética del discurso emotivo. (Spíndola, 2016: 43)

 

 

 

Mi TFM implica reseguir con las pupilas el trazado topográfico de una ficción. Un trabajo que no se opone a la realidad, sino que entraña desplazamientos de sentido a partir de la redistribución de elementos sensibles. Mediante el uso de la frontera como método, entreabro los territorios a ser vislumbrados de otra manera, a entrecruzarse y experimentar relaciones que disienten (Rancière, 2010) respecto de una enunciación ya establecida, una lógica policial de separación (Rancière, 2010). Esta acción política (Rancière, 2010) es relacional, construida en colaboración con otras. Por ello, lanzo una propuesta que está sujeta al devenir, al cambio y al girar(se) de forma compartida. Parto de la idea de “privilegio parcial” y “conocimientos situados” de Donna Haraway (1995), por la cual narro desde una posición concreta, local, parcial, íntima y no escindida del tiempo. Aquí y ahora. En las páginas siguientes posiciono y conecto, en forma de rizoma, las diferentes mesetas y sus devenires, escenarios de mis actuaciones político-artísticas de entre los cuales surge una propuesta concreta colaborativa como aglutinador reterritorializante. Este territorio y sus agentes son geográficos. Un intento de ensamblar discursos rizomáticos, siguiendo la voluntad de Deleuze y Guattari en Mil Mesetas (2004), y apostando por estar presente, dando cuenta de mis propios tránsitos y colisiones. De la territorialidad sedentaria de los medios a mi voz como nómada que ha seguido el ritmo de mis movimientos, agenciando, reterritorializando y desterritorializándose. Aquí, se puede decir que escribir es cartografiar. Un mapa de mi propia “genealogía corporizada” (Braidotti, 2000: 33), que no empieza ni acaba en ninguna parte, becoming.

 

           No estás a punto de leer una solicitud del derecho de auto-contemplación dentro del espacio-museo sino, más bien, una reivindicación de transformación afectiva de la institución, que cuide y sea activamente construida por un nosotras que lo habitemos. Un deseo de probar “discursos transformativos” (Mörsch, 2015:38) dentro de ese espacio. Aquí y ahora, lanzo una carta embotellada al mar. Se la llevarán las olas.

MENSAJE-EN-BOTELLA-DO-MAR: UNA VOLUNTAD DE TERRITORIO RIZOMÁTICO

 

 

On the high sea, or in the windswept desert, one listens to direction, feels it, as much as one sees it (sometimes, as in an Arctic storm, one cannot discern directional markers of any kind, and yet a native to the region knows how to get to places). . . One finds ones bearings where one is, that is, in the very place, the local absolute one occupieswithout counting. (Janz, 2002: 395)

 

 

 

¿CÓMO SE CONSTITUYEN ESTOS TERRITORIOS?

 

 

Deleuze y Guattari utilizan el término de “geofilosofía” para rescatar lo geográfico de la Tierra y el movimiento en el pensamiento contemporáneo, y dejando a un lado la Historia. Aprovecho para citar:

 

History is always written form the sedentary point of view and in the name of a unitary State apparatus, at least a possible one, even when the topic is nomads. What is lacking is a Nomadology, the opposite of a history. (Janz, 2002: 399)

 

           El concepto de territorio es producido a partir del ritornelo, como aislamiento del caos que asume de entrada la realidad, y creación del lugar donde habitar. El territorio está constituido de medios, bloques de espacio-tiempo, mesetas sin principio ni final y en constante movimiento (Deleuze y Guattari, 2004; Janz, 2002: 396). El tránsito de un medio a otro de forma coordinada, el ritmo, crea una marca, una huella, cuya repetición constituirá en estilo, elemento distintivo estético (Camilo-Roa, 2015: 265-266). Las mesetas o medios son multiplicidades planas, que están bajo el mismo plano de inmanencia, definidas por el afuera “línea abstracta, línea de fuga o de desterritorialización según la cual cambian de naturaleza al conectarse con otras” (Deleuze y Guattari, 2004: 14). Como bien explica Camilo Roa, “la territorialización es la creación del espacio propio dentro del espacio caótico. […] hacer un en-casa” (Camilo-Roa, 2015: 266) y añade que “la acción de marcar un territorio es la operación misma del ritornelo […] dando lugar a una suerte de movimiento de entradas y salidas constantes que se convierten en el sendero que lleva del hábito al hábitat territorial” (Camilo-Roa, 2015: 266). Personalmente, entiendo estas “marcas”, la formulación de estilo, como ensamblajes moleculares que constituyen un territorio delimitado, una suerte de frontera, por hábito, aislándolo del caos y eximiéndolo de esencia.  El territorio como acto de trazar “un círculo alrededor del centro frágil e incierto, organizar una especie de espacio limitado” (Deleuze y Guattari, 2004 : 318). Esta formulación del territorio es la que rige este Trabajo Final de Máster. Según Deleuze y Guattari (2004) el territorio existe en la medida en que el hábito, pautas culturales que dan cuenta de quienes somos y a través de las cuales vivimos, se repite. El Yo no es más que sus hábitos, su reiteración, y no es reducible a la superposición de espacios y estructuras. Es un proceso redundante que puede variar, está abierto al cambio como reflexividad continua que produce la diferencia, no instinto ciego. Sólo a partir de la repetición se pueden trazar líneas sobre el mapa, como resultado del conocimiento de la repetición se puede tener una idea de la direccionalidad, hacia dónde llevará el movimiento. Deleuze y Guattari sitúan como ejemplo el canto de los pájaros cuya reiteración, el ritornelo, tiene un poder creativo que constituye y reconstituye el espacio y así mismo, territorializa y se reterritorializa (2004). El ritornelo está conectado con el exterior, con sus vaguerías y contingencias (Janz, 2002: 398), no con su instinto. En cierto modo, el ritornelo evoca al concepto del eterno retorno de Nietzsche que nos permite volver sobre nosotras mismas, destacando que en esa vuelta no se va a encontrar la misma experiencia (Camilo Roa, 2015: 264).

 

           Lo importante para B. Janz es pensar sobre el territorio, la desterritorialización y la reterritorialización y observar qué ritornelos emergen (Janz, 2002: 399). Estos movimientos son rizomáticos, es decir, muestran conexiones de multiplicidades no jerárquicas, de dimensiones sobre un mismo plano de inmanencia. El rizoma se extiende por líneas de segmentariedad, estratificaciones, que lo territorializan. Rompiéndose por impulsos de deseo, por líneas de fuga, su desterritorialización es asignificante puesto que el rizoma está en incesante desplazamiento. De este modo, su naturaleza cambia constantemente en relación con el afuera (Deleuze y Guattari, 2004). A partir de aquí, siguiendo a Janz, este es mi intento rizomático.